Exposición
Desde 1952, el Parlamento Europeo se siente en casa en Estrasburgo, donde celebra sus plenos cada mes. Para la capital de Alsacia —cuya vocación europea viene de lejos—, que el Parlamento la haya elegido para establecerse supone en cierto modo un reconocimiento. Confirma, además, la importancia de la reconciliación franco-alemana y la renuncia a enzarzarse en guerras, que durante tanto tiempo ensangrentaron el continente europeo.
Con todo, hubo que esperar hasta 1992 para que los Estados miembros decidieran hacer de Estrasburgo la sede oficial del Parlamento Europeo. Para blindarla, esta decisión fue consagrada en el Tratado de Ámsterdam de 1997. La ciudad de Estrasburgo se veía así reforzada en su papel de capital parlamentaria de Europa.
El progresivo poder que va adquiriendo el Parlamento Europeo tiene importantes consecuencias para la metrópoli alsaciana, en particular porque aumenta su visibilidad en la escena europea e internacional. Con la Eurocámara allí, el mundo entero va desfilando por Estrasburgo: durante setenta años, la asamblea ha actuado como una caja de resonancia de la situación política internacional. Las visitas oficiales de jefas y jefes de Estado brindan la oportunidad de llamar la atención de los medios de comunicación y la opinión pública sobre el papel y la vocación de una institución única en el mundo.
En 1999, la presencia del Parlamento en Estrasburgo se materializa en el edificio Louise Weiss, que alberga su hemiciclo, el mayor de Europa. Esta nave totalmente acristalada a orillas del río Ill se ha incorporado plenamente al paisaje arquitectónico de Estrasburgo. Es la expresión de una democracia abierta y transparente. La parte superior, que parece inacabada, simboliza un proyecto europeo en permanente construcción. La torre del nuevo edificio se encuentra en un eje perfecto con la Catedral de Estrasburgo, dando la réplica a este otro monumento que otorga su identidad histórica a la capital alsaciana.
